quería escribir algo humorístico,
algo chistoso, divertido, cómico, hilarante.
pero no supe bien qué.
pensé terminar la historia del jardinero más pequeño del mundo,
o la del chef viajero de tugurio,
la de la chica enamorada del cajero del supermercado,
o la del lagarto paranoide.
pero ninguna terminaba siendo humorística, chistosa, divertida, cómica,
y menos hilarante.
pensé entonces escribir de cómo las polillas obsesionaban a un amigo,
o de como los aleteos -polilla o no- a otra.
o del sujeto que sufría de fobia a resbalar en la tina.
o quizás ponerme autorreferente y contar de cómo a mi me asusta no ver el fondo.

la historia podría proseguir entonces con cómo él entonces nunca prende luces con las ventanas abiertas, o de como ella se aleja de todo lo que vuele.
o proseguir la narración entonces con él -el otro- y como nunca se baña.
o darle a la autorreferencia y contar como nunca miro hacia abajo cuando nado.
pero tampoco tiene nada de chisoso, ni de hilarante.

pensé quizás entonces algo divertido sería una historia de animales, o insectos. que parecen entretener tanto. o al menos las de pixar.
pensé entonces en contar la historia de un chanchito de tierra,
o de un oso hormiguero. o quizás de cómo un oso hormiguero fetichiza a un chanchito de tierra.
o contar de las tribulaciones de un vietnamita en vietnam. pero estaría cometiendo un burdo plagio.
y tampoco me salían divertidas. ni cómicas, a decir verdad.

entonces tuve que asumir que eso del humor no se me da realmente. yo estoy aquí para escribir cosas serias. de real trascendencia. para hablar de asuntos importantes. aunque a veces tengo deslices. olvido que ese es mi llamado. mi real talento. mi inherente vocación. y me salen exabruptos, fallidos intentos de hilaridad, que terminan en un blog.
pero el resto del tiempo, me dedico sólo a la metafísica.