27.8.09

farkas

roncaba fuerte, todas las noches. se sonaba fuerte.
tosía, y estornudaba, muy fuerte.
hacía mucho ruido al caminar, al comer, al respirar.
su cuello sonaba, sus muñecas, rodillas, tobillos, crujían.
era como una maquinaria, engranajes en movimiento, que resoplaba, emitía sonidos por todas partes. la gente refunfuñaba a su alrededor cuando iba a los conciertos de la sinfónica, ya que hasta sentado sus resoplidos molestaban a, por lo bajo, veinte personas a su alrededor. peor era cuando andaba resfriado. o con frío. o calor. o tenía que estar de pie.
así que dejó de ir a conciertos.
su sonajera al caminar asustaba a los demás, y parecía tener un halo alrededor ya que practicamente sin notarlo la gente tomaba distancia de él.
entonces se limitó a salir a las calles lo mínimo necesario.
para qué decir comer. toda su dentadura, cada uno de sus molares, incisivos, caninos, premolares, emitía un sonido particular, diferenciado. resonante. y hacían eco al chocar. entonces comía sólo en su casa.
tuvo que aislar todas sus murallas, alfombrar el suelo, tapar cada resquicio. que la frecuente rotación de vecinos en su edificio consiguió que el conserje lo amenazara con hecharlo si no hacía algo al respecto.
era como una fábrica humana. maquinaria que, en movimiento o quieto, emitía toda clase de sonidos. de tonos agudos, a los más graves, metálicos, ligeros, crujientes, tenían distintas texturas y matices.
y se angustiaba. no sabía qué hacer. no quería perturbar a nadie. pero le era inevitable. era como una desvencijada citroneta del '50, que hubiese sido manejada las últimas décadas por un ciego con parkinson.
un día encontró un antiguo libro, composición para principiantes.
comenzó a aprender de música.
empezó a interpretar pequeñas canciones, comenzó con unos adagios simples de bartok.
aprendió a controlar cada engranaje, diente, articulación, resoplido, de modo de emitir los más amplios espectros de notas. y a interpretar maravillosamente, con cada parte de su cuerpo, miles de canciones.
se convirtió en una orquesta. el edificio parecía vibrar de los sonidos, y no tuvo ya más que ir a la filarmónica.

No hay comentarios: