a veces te dan buenos consejos. unas pocas veces son muy buenos consejos. las menos de todas esas veces, uno hace caso.
juan una vez me dio un muy buen consejo. en medio de una de tantas conversaciones que teníamos bajo la sombra de los árboles de su patio, me lo dijo. me removió un poco, pero no creo haber asimilado ni dimensionado su comentario hasta mucho después. en el momento no le di mayor importancia, quizás porque no fui capaz de descifrar realmente lo que me decía.
seguí entonces, tal cual, mucho tiempo. nos juntábamos de vez en vez, y hablabamos de todo y nada, como siempre. juan no volvió a mencionarme aquel tema, ni decir aquella frase.
me lavaba los dientes, aun medio dormida, un día y caí en cuenta.
así, como de la nada, recordé la frase y me hizo sentido.
no me percaté me había quedado paralizada hasta sentir la fría y húmeda pasta de dientes sobre uno de mis descalzos pies.
ahora no sabía bien qué hacer. todo estaba claro, insoportablemente claro.
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